No existe una fórmula mágica para la educación de los niños y niñas, sin embargo, podemos contar con estrategias de oro que día a día nos acercarán a una crianza más eficaz. 

 

Papás y mamás, una estrategia de oro, son: ¡Las Reglas!

No hay mejor autoridad que las normas y reglas, ya que estas, no tienen emociones, es decir, no se enojan, no gritan y no amenaza. Son sumamente claras indicando cuál es el comportamiento esperable. Las reglas tienen la finalidad de anticipar a los niños y niñas el comportamiento que los adultos de su entorno esperan de ellos, es decir, les enseña que es permitido y que no es permitido antes de que cometan el error, de esta manera los niños y niñas tendrán la oportunidad de evitar incumplir la norma.

 

 Esto significa que, las reglas tienen unas características para que surtan efecto: la primera de ellas es que deben ser socializadas con anticipación, es decir, enseñarlas a los niños y niñas antes de que la situación desagradable ocurra, otra característica es que deben ser fijas y constantes, esto implica que los adultos sean sumamente firmes en su cumplimiento, de lo contrario la regla perderá valor. 

 

Otra característica que debe incorporar la regla es que los adultos sean “testimonio” de ella, es decir, que los adultos también la cumplan, de esta manera se envía nuevamente el mensaje de que esa regla es indispensable cumplirla en la familia, si esto no ocurre, es decir, si los adultos exigen que se cumpla pero ellos la transgreden, lo que conseguirán es que sus hijos desarrollen un profundo sentimiento de injusticia y esto vendrá acompañado de enojo, frustración y poca cooperación. 

 

Otra estrategia de oro es que el adulto sepa manejar su propio estado emocional: así es, ¡Maneja tu propia frustración! 

Los papás y mamás en reiteradas situaciones de la vida familiar se quejan de que sus hijos hacen de “mala gana” lo que les piden, o que se enojan con sus padres por solicitarles cumplir alguna responsabilidad, y esto es totalmente cierto. El conflicto emocional en el adulto (frustración) aparece cuando tienen la expectativa de que el menor “obedezca” sin quejarse, y esto es una expectativa que está por fuera de la realidad. 

 

Sí, los adultos debemos permitir y aceptar la frustración en los niños, es decir, cuando los niños o niñas entran en llanto, enojo o en debate por no querer asumir la regla. Es una respuesta natural, todos los seres humanos se frustran cuando aparecen presiones que no estaban y con las cuales tendremos que aprender a “lidiar”, pero esto no es malo, esa pequeña frustración es un acto educativo muy potente en la vida de los niños y niñas, ya que les enseña que en la vida hay responsabilidades que tenemos que cumplir así no nos gusten y es allí donde los adultos logran cumplir su tarea como educadores, la tarea de introducir a los niños en asimilar cómo funciona la vida real. 

 

Ahora, cuando el adulto reconoce que se frustra, cuando su hijo se frustra, debe preguntarse: ¿Cómo actúo cuando me frustro? ya que en muchas ocasiones la frustración de los adultos termina en un enojo desbordado hacia los hijos y es allí donde aparecen las amenazas, los gritos, las descalificaciones y los golpes. 

 

Evita corregir a través del enojo

Por ende, otra regla de oro es, evitar corregir a través del grito, amenaza o golpe, ya que esta reacción genera en los niños sentimientos de odio, enojo, dolor y ante estos sentimientos nadie (niños, incluso adultos) nadie actúa de manera cooperativa. Cuando se instalan estos sentimientos en medio de las relaciones entre padres e hijos, se pierde la iniciativa de cooperación denominado por los padres como: “Mi hijo/hija lo hace pero de mala gana”. 

 

Pide disculpas cuando sea necesario 

Cuando los adultos llegan a dicha reacción (gritar, descalificar, amenazar, golpear) entonces se vuelve necesario practicar el valor del perdón, pero a la inversa, es decir, Si te equivocas, pide disculpas.

 

Esta es otra estrategia de oro. Si te equivocas, reconócelo y pide disculpas, esto no te hará perder autoridad, por el contrario, con este acto los adultos  demuestran a los hijos que la relación entre los dos es más importante que el orgullo, y eso sin duda ayudará reemplazará los sentimientos de odio y enojo por sentimientos de amor, admiración y respeto genuino. 

 

Por último, en esta vida de cambio y de incertidumbre, nadie tiene las respuestas absolutas, ni los conocimientos mágicos para saber resolver cada paso de la vida familiar. Los niños y niñas fallan, eso está claro, pero también fallamos los adultos, soltemos esa idea de juzgar solo a los niños y asumamos responsabilidades de nuestros errores en la vida familiar, esto es lo que realmente promueve un cambio. Aprende a revisarte.

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