Subsistema parental y subsistema conyugal

En primer lugar es importante tener en cuenta que todos hacemos parte de una familia, y la familia es un sistema complejo que está compuesto por otros subsistemas, el subsistema de fraternal, que describe las relaciones entre los hijos, el subsistema parentofilia, que describe la relación entre padres e hijos, el subsistema parental que describe la relación entre papá y mamá como equipo para dirigir la crianza y la vida familiar y el subsistema conyugal, que hace referencia a las interacciones que se dan para nutrir la relación de pareja.

Esto significa que tener una relación de padres no es sinónimo de tener una relación de pareja, en ocasiones solo se mantiene el vínculo parental y no el conyugal aún viviendo en la misma casa. Esta dinámica en algunos casos es acordada por el papá y la mamá donde deciden mantenerse unidos solo para mantener sus roles en la crianza sin involucrarse como pareja con aproximaciones sentimentales o sexuales, dejando claro que no hay relación de pareja.

En otras ocasiones se mantiene el vínculo parental y tanto hombre como mujer quieren sostener el vínculo conyugal pero este se encuentra fracturado o está debilitado, y es aquí cuando aparecen los problemas de pareja.

 

Variables que indican una fractura en la relación de pareja

En la valoración familiar se logra identificar este tipo de problemáticas en la pareja y cuando esto sucede se le asigna al sistema conyugal a un psicólogo de pareja. El psicólogo de pareja debe identificar las variables que están contribuyendo a que la relación de pareja esté fracturada, aquellas causas más frecuentes que generan conflictos en la pareja pueden ser:

Dificultades de comunicación: Puede ser porque se comunican de manera irrespetuosa, con tratos humillantes y desvalorizantes que lastiman al cónyuge. En otros casos pueden ser por ausencia de comunicación, ya sea porque alguno de los miembros nunca expone sus inconformidades y termina “fingiendo” que todo está bien o evitando enfrentar la situación de inconformidad.

Dificultades en la convivencia: Hace referencia a los conflictos que aparecen en la cotidianidad, por no tener acuerdos en la dinámica del día a día familiar, por ejemplo los días y formas de hacer aseo, el lugar donde guardar ciertos objetos, la logística de la comida, entre otros.

Proyectos de vida diferentes: En estas circunstancias cada uno tiene un plan de vida diferente y trabaja por cumplir ese plan, esto hace que el trabajo diario familiar no esté en sintonía ya que se proponen cumplir metas diferentes causando falta de cooperación y desconexión con los objetivos del grupo familiar.

Falta de tiempo juntos: Se invierte todo el tiempo, energía y esfuerzo en los proceso de crianza y vida laboral, generando que se dejen de realizar acciones que nutren la vida en pareja, por ejemplo, una cena juntos, salir al cine, dedicarse canciones, escribirse notas de afecto, darse regalos, entre otras.

Problemas con la sexualidad: Dificultades con la satisfacción sexual, alguno de los miembros no se encuentra satisfecho con su vida sexual o no se ponen de acuerdo en los intercambios sexuales que llena las necesidades de ambos. En otros casos es porque uno de los miembros tiene ausencia de deseo sexual o presenta algún trastorno físicos o psicológicos que afecta la líbido.

Celos: Es uno de los más comunes y tiene que ver con la sensación de pérdida que uno de los miembros manifiesta, puede ser una sensación real o solamente una percepción que induce a generar quejas, reclamos, demandas o en algunos casos insultos y amenazas. Cuando esto persiste y no se logra resolver puede causar insatisfacción en unos de los miembros.

 

El rol del terapeuta de pareja 

El terapeuta de pareja tiene el objetivo de identificar cuales son las dificultades en la que se encuentra la pareja (ya sea una o varias). Cuando el terapeuta de pareja logra descubrir qué variables están afectando la vida en pareja es cuando empieza diseñar un plan de acción para poder intervenir dichas situaciones.

Es importante tener en cuenta que los problemas de pareja persistentes pueden conducir a conflictos familiares ya que cuando la pareja no se comunica bien, o de manera respetuosa esto afecta los procesos de crianza y en muchos casos los hijos terminan con malestar emocional por estar en medio de los adultos.

Por tal motivo, si sabes que tienes conflictos de pareja, busca ayuda profesional a tiempo para evitar que esto afecte los procesos de crianza de los hijos y la vida familiar en general.

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